miércoles, 2 de marzo de 2016

Reflexión muy interesante


Reproducimos la carta que, hace tiempo, nos remitieron un padre y una madre de una niña del colegio. Ellos, desde el punto de vista de la familia y desde  el campo médico, razonan la explicación para DEJAR en CASA a las niñas y niños cuando están “MEDIO MALOS”.


“En nuestra calidad de padres deseamos comunicarnos con todos vosotros para mostraros nuestra opinión acerca de los perjuicios que supone llevar a nuestros hijos “medio malos” al Colegio.

Algunas veces todos nos encontramos con que nuestros hijos manifiestan síntomas incipientes de enfermedad, pues han pasado la tarde y/o la noche anterior al día de clase con tos, mucosidad, décimas incipientes, etc.

En algunos casos, ya resulta evidente por la mañana que el niño no puede acudir al Colegio pero en otros nos surge la duda de llevarle o no, aún sabiendo que la enfermedad está avanzando. En esos casos a veces le damos un antipirético y llevamos al niño al Colegio. Es para ese caso concreto que creemos deberíamos profundizar en las consecuencias negativas que puede conllevar el tomar esa decisión.

Por un lado hemos de tener en cuenta que las condiciones de aprovechamiento de la clase de ese día desde luego no son las mejores, independientemente de que para la superación de ese episodio de enfermedad el normal trabajo escolar será contraproducente y alargará el período de curación.

Por otro lado es fácil entre niños que contagie su enfermedad a sus compañeros. Y en este caso se forma un círculo vicioso, de forma que la enfermedad que un niño pasa a otro/s, es pasado por éste u éstos a otro/s, pudiendo incluso volver a él mismo pasado un tiempo, lo que en caso de viriasis no tiene mayor importancia al haber generado los anticuerpos que le confieren inmunidad pero sí la tiene si se trata de una infección bacteriana, en cuyo caso de nuevo el antibiótico será imprescindible. Tengamos en cuenta los efectos secundarios de los antibióticos y las resistencias que las bacterias van adquiriendo sobre los mismos, reduciendo la “calidad” del sistema inmunológico de los niños.

Por último, pensamos que incluso la calidad de la clase que el profesor podrá impartir se reducirá al tener que compatibilizar su labor educativa con la de cuidador médico.
Nuestra conclusión es que por todas las consecuencias negativas descritas deberíamos priorizar la salud de nuestros hijos sobre otras. A la larga nuestro hijo lo agradecerá, sus compañeros también, al igual que todos los padres y a buen seguro la comunidad educativa.

Todos saldríamos ganando pero no sólo desde una perspectiva de salud sino, y no en menor medida ni con menos importancia, desde una perspectiva educativa. En definitiva, se trata de una clara concreción de la idea de “Salud para la Educación”.

Un saludo a todos.
La madre y el padre de una niña del Colegio Cisneros.”

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